-Los pájaros no son nada -continuó Houellebecq-, manchitas de color vivas que incuban sus huevos y devoran miles de insectos revoloteando patéticamente de un lado a otro, una vida atareada y estúpida, completamente consagrada a devorar insectos (a veces se dan un modesto festín de larvas), y a la reproducción de su especie. Un perro lleva ya en sí un destino indvidual y una representación del mundo, pero su drama tiene un aspecto diferenciador, no es histórico y ni siquiera verdaderamente narrativo, y creo que yo he roto un poco con el mundo como narración, el mundo de las novelas y las películas, y también con el mundo de la música. Ya sólo me intereso por el mundo como yuxtaposición: el de la poesía, el de la pintura. ¿Quiere un poco más de cocido?
El mapa y el territorio, capítulo 13, segunda parte. Michel Houellebecq