domingo, 30 de septiembre de 2012

Ojalá R R Martin fuera igual!!!

Pensándolo así, fue al campamento llamado por su obligación; mas nada le ocurrió en él digno de contarse, por lo cual apresuramos la narración, acortando el día y transportando a nuestros lectores a la apacible y oscura noche, cuando Monsalud dirigiose solo y con el alma llena de ansiedades entre dulces y dolorosas, a aquellos mismos tapiales de tierra que por la mañana vimos, descollando sobre ellos la frondosa arboleda de una huerta

El equipaje del rey José, capítulo IX, Benito Pérez Galdós.

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