viernes, 26 de octubre de 2012

Review - Memorias de un cortesano de 1815 (Benito Pérez Galdós)

Regular: segunda entrega de la segunda serie. Interesante manera de contar cómo se hacían las cosas en la época, con una ironía y un sentido del humor envidiables. En este país se fusila poco y muchos más debieron caer en aquella época si es cierto la mitad de lo que se cuenta. Entretenido pero nada especial. Puntuación: 5

sábado, 20 de octubre de 2012

Por clemencia...

Entre tanto, mi D. Buenaventura seguía enredado con los procesos, sin acertar a despacharlos. Las causas eran un embrollo estúpido, y en ellas no constaba nada positivo ni terminante, por lo cual los tontainas de la comisión de Estado no acertaban a condenar a muerte a ningún diputadillo. Lleno de ansiedad el Rey porque se hiciera pronta justicia, nombró una segunda comisión de Estado, y como esta se atascara también, fue preciso designar la tercera, hasta que el gobierno se cansó de comisiones que nada hacían, y supo dictar por sí aquella saludable medida que cortó de plano la cuestión. Hízolo, si se quiere, por humanidad, pues a los infelices diputados que se estaban pudriendo en las fétidas mazmorras de Madrid, les venía bien tomar los salutíferos aires de Melilla y el Peñón por ocho o diez años. Y no se crea que un Rey tan recto y tan celoso por el buen gobierno, se dormía en las pajas. Él mismo extendió de su real puño una orden, disponiendo que el Sr. Argüelles no se moviese de Ceuta, durante ocho años, sin duda porque así convenía a la quebrantada salud del Divino asturiano.

Memorias de un cortesano de 1815, capítulo IV, Benito Pérez Galdós

jueves, 11 de octubre de 2012

La intención es lo que cuenta

A medida que iban cayendo los llevábamos a la cárcel de la Corona y al cuartel de Guardias de Corps o a San Martín, donde quedaban encerrados. No se les dejó papel que no se guardase para dar luz sobre los procesos que se les iban a formar, porque habría sido en verdad lastimoso que las picardías de tanto malsín no tuviesen comprobación cumplida en los autos, para que a nadie quedase duda de sus maldades. Pues digo... si no se hubiera tenido mucho cuidado de cogerles los papeles, la justicia habría tenido que romperse los cascos para inventarlos después, lo cual es tarea larga y que da larga fatiga y quita mucho tiempo a los señores de la Comisión de Estado.

Memorias de un cortesano de 1815, capítulo II, Benito Pérez Galdós

sábado, 6 de octubre de 2012

Review - El equipaje del rey José (Benito Pérez Galdós)

Regular. Primer libro de la segunda serie, corto y a modo de introducción. Sorprende en algún giro argumental pero poco más. Esto parecería poco si no fuera por la impagable prosa de Galdós, excepcional como siempre. Entretenido y corto pero no está mal como comienzo de la segunda serie. Puntuación: 5

jueves, 4 de octubre de 2012

en el amor y en la guerra...

-Si esa señora doña Pepita tan garbosa, con su grueso lunar velludo en la barba, sus buenas carnes, sus ojos negros, su cara un tanto arrebolada y sus quirotecas amarillas, me hubiese mirado a mí desde la portezuela, apuntándome con su abanico y haciéndome preguntas diversas desde que salimos de Valladolid, a estas horas, joven guerrero, ya nos trataríamos de tú, y todos mis compañeros envidiarían al sargento Jean-Jean. Verdad que yo soy hombre muy circunspecto y no he querido decirle una sola palabra, además de que no es de caballeros quitarle su conquista a un camarada; que si llego a hablar con ella y echo mis visuales y disparo los tiros de mi galantería, y trazo mis paralelas, y lanzo los escuadrones, y enfilo las piezas, y pongo el sitio en regla, Monsalud, en dos horas es mía la plaza; en dos horas hago yo lo que a ti te costará dos meses...

El equipaje del rey José, capítulo XXI