viernes, 14 de marzo de 2014

Final Fantasy III (IOS) -Análisis-

Firme en mi propósito de saldar mi deuda histórica con la saga Final Fantasy, hoy llega ya por fin el análisis de la tercera parte, tan solo un par de días después de haberla terminado. He necesitado meditar todo lo que me he encontrado esta vez, sobre todo para saber encajarlo entre lo vivido en la segunda parte y lo que me espera en la cuarta (que ya he jugado). Lo siento, me pudo el ansia. Veamos qué tal ha ido.
 


He jugado la versión de Ipad que apareció hace algunos años en la apple store y creo que lo primero será comentar todo lo relativo a esta versión particular para luego encajarlo en lo que significa el capítulo para la saga. Let’s go!


A nivel gráfico se nota un pequeño salto respecto a la segunda parte, tanto por ser la primera desarrollada para ipad y no para iphone, con el aumento de resolución que eso conlleva, como por el diseño tan mono de personajes del que hace gala con tanto cambio de trabajo. No es gran cosa, como ya he ido diciendo en los otros juegos, pero al menos no te hace sangrar los ojos como en la versión de nes. Lo siento por los nostálgicos y puristas, pero una cosa es jugar con los gráficos de la súper, que haré en el FFVI, y otra es aguantar la nes durante 35 horas. Lo siento pero no. Y lo mismo con la música, no es la original pero mejor; y en perspectiva sigue en la onda del resto, o sea excelente. No pienso explayarme más, es una progresión respecto a la anterior pero nada cualitativamente diferente. Sin embargo el cambio sí que se nota en el control, con un joystick flotante que facilita bastante la vida (recomiendo no activar lo de siempre correr) y un control táctil que, sinceramente, hace pensar que la saga debería haber existido desde un principio en tablet. Como mucho hay que decir que la disposición de ciertos botones no está adaptada a la forma en que se sujeta la tablet, así como los menús del juego, que siguen el esquema clásico para pad y en táctil es demasiado engorroso, como por ejemplo a la hora de encontrar objetos. De todas formas bastante bien en general y si ya existiera el active time battle ya sería la leche pero bueno, habrá que esperar al siguiente.
 

A nivel jugable es una evolución natural de lo visto en las dos anteriores. Ahora, con los aspectos técnicos ya terminados, se han dedicado a crear una historia más variada, con más movimiento y alternativas, vehículos y mundo. Se ha incluido además el sistema de trabajos, que otorga habilidades particulares directamente, no como en el anterior capítulo, que las desarrollabas según ibas avanzando. Está bien, pero falta explicar un poco qué hace cada una y, sobre todo, las equivalencias: ¿un mago blanco nivel 80 es más o menos que un sabio (su evolucíón natural) nivel 40? Sin especificar las matemáticas no sabemos las ventajas de cada opción y, por tanto, no se cambia, perdiendo gran parte del atractivo del juego. Es una lástima pero aun así la evolución es clara y evidente.


Hasta aquí todo bien, ¿verdad? pues ahora viene lo malo: no engancha, así de simple. Es difícil de explicar pero este juego no tiene ese algo mágico que te atrapa como solo esta saga sabe hacer. La historia es variada, con diversos personajes y lugares, pero no hay un vínculo emocional ni entre ellos ni con el jugador, que hace que la historia acabe siendo un mero trámite de recadero sin mayor atractivo. Admito que me aburrió tanto que paré a mitad del juego y solo lo retomé meses después para tacharlo de la lista. Es cierto que el tramo final engancha y que la jugabilidad no está mal, pero se juega sin pena ni gloria, por ver el final y ponerse la medalla. Incluso el anterior tenía algo especial que te invitaba a continuar, este es más soso y sabes que no recordarás el nombre ni del protagonista dos meses después de terminarlo.


Hay otro punto negativo que resulta sangrante: la dificultad. Durante el juego es más o menos normal, con picos en algún enemigo o algún calabozo en donde entras sin el nivel adecuado, pero nada realmente grave ni incluso necesario para este tipo de juegos. Sin embargo, ay amigos, veréis cuando lleguéis al último nivel, la torre de cristal. Es absolutamente increíble que llegues en nivel 45 y que para poder terminar el juego necesites un 63-65, es decir, que necesites grindear el 50% de la exp necesaria para poder terminar el juego. Entiendo que necesites un par de horas más, subir algunos niveles, es normal.Pero llegar con 750pts de exp y necesitar millón y medio para el final boss es algo sangrante. De verdad, es inexplicable. Yo mismo busqué en foros por si me había saltado algún calabozo intermedio pero no, los hice todos, incluso los opcionales, y llegué con lo mismo que el autor. El juego, simplemente, decide que debes echarle 10 horas más en el mismo puto calabozo para poder terminarlo. Un sinsentido que, de no ser por el truco de no matar a los bichos que invocan espectros, que te dan muchísima exp sin apenas riesgo, desmerece y mucho el juego.


En términos generales hay que decir que es una evolución clara respecto al anterior pero que falla en eso tan propio de la saga, que es la capacidad de atrapar en una historia inolvidable. Todo correcto, salvo el fallo de la dificultad, incluso la decisión de meter los trabajos, pero no tiene ese plus que pueda meterlo en el top. Esto unido a que un año después saldría un juego tan superior como la cuarta entrega hace que este juego quedase para los que, como yo, se proponen jugarlos todos y poco más. Bien, pero queda regusto de que con un pelín más les habría quedado redondo.

Puntuación: 5

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