viernes, 16 de mayo de 2014

Bioshock Infinite (PS3) -Análisis-

Hoy toca uno de los juegazos del año pasado y el goty de gran parte de las apuestas junto con The Last of Us. Nada de juegos rarunos ni deudas históricas ni nada por ahí perdido en el tiempo. Hoy me atrevo a hablar de uno de los juegos más hipercomentados del último año. Todo un clasicazo que a estas alturas ya ha debido jugar hasta mi abuela. Hoy hablo de Bioshock Infinite.


Antes de nada quiero aclarar que me voy a centrar especialmente en mis sensaciones y voy a pasar del apartado descriptivo. Diré que es un shooter con poderes bastante normalote, de gráficos normales pero música excelente, nada más. El resto seguro que ya habréis leído hasta la saciedad por ahí. Para mí Bioshock infinite es un viaje, toda una experiencia, un videojuego para adultos enmarcado en una presentación más clásica. Me explico: Bioshock es su historia, una crítica brutal al sueño americano, a su historia, a su hipocresía, a su mezquindad y su grandeza. Un marco en donde se ve la evolución de la relación entre dos personajes hacia un final al que hay que prestar atención y meditar. En ningún momento te hace concesiones o piensa que eres un crío al que hay que mascar las cosas. Tú estás ahí y si lo entiendes bien, si no, pues también. En este sentido es parecido a Mass Effect: si vas comprendiendo el motivo de los personajes, si vas haciendo cábalas, si intentas comprender en vez de sentarte a esperar que te lo cuenten, entonces vas a descubrir uno de los mejores relatos que puedes experimentar en un videojuego. Si no, pues lo mismo te gusta o lo mismo te deja un tanto indiferente. Eres adulto y está en tu mano involucrarte.

Pero una historia magnífica no cala tanto si no se transmite con un aspecto visual a la altura. Bioshock Infinite no es un juego gráficamente puntero, al menos en ps3, pero sí que es un juego estéticamente insuperable. Todo está creado para que mires, para que te pasees por ese inmenso mirador que es la ciudad. Cada esquina, cada habitación, cada espacio abierto tiene un juego de luces, de sombras, de colores; estatuas sobredimensionadas, contrastes arcaico-tecnológicos y un largo etcétera de recursos que hacen que cada puerta esconda algo diferente e innovador. La presencia de esta estética es tan apabullante que llega a cambiar el estilo de juego, y os pongo un ejemplo: venía de jugar a Metro, un shooter donde, como todo buen shooter, te pide que atravieses las puertas con cuidado, abriendo lentamente el ángulo de visión, siempre a cubierto si quieres sobrevivir. En Bioshock a la tercera puerta ya sabes que lo que debes hacer es ponerte justo en medio y abrir bien los ojos porque te tienen algo preparado. Está tan enfocado a lo visual que incluso te avisan con la música cuando debes dejar de mirar y centrarte en los enemigos...o ya puedes volver a ponerte a investigar. Es una auténtica delicia visual y ayuda perfectamente a meterte en la historia, incluso te despista de ella, pero no me voy a quejar de eso.

Todo este envoltorio se complementa con una música fabulosa, en serio, pero… ¿qué hay dentro? Aquí está la clave de todas las discusiones. Bioshock es un shooter con ciertos componentes estratégicos gracias a la inclusión de poderes. Según cómo evoluciones las armas, lo poderes, la salud o el escudo tendrás una jugabilidad diferente No es que sea demasiado versátil pero algo cambia. Esto lo haces en una estructura idéntica y repetitiva hasta la saciedad que se resume así: primero hay habitaciones bonitas o espacios donde pasear y explorar. Llegas a un lugar abierto donde tienes un enfrentamiento. Tras matarlos te das otra vuelta explorando y saqueando, viendo algo de historia y así hasta que la música aparece de nuevo y/o llegas a otro espacio abierto. El mundo se divide en varias zonas enormes con subzonas de carga donde conseguir ciertas cosas para poder “abrir” la puerta final, punto del cual ya no se puede volver atrás y así hasta el final del juego.

He comentado esto último de la forma  más aburrida posible porque lo es. Lo es tanto y lo hace tan previsible que de no ser por el envoltorio, no aguantaría ni un gameplay. Toda discusión sobre Bioshock, sobre si es tan grande como unos dicen o tan “no es para tanto” como defienden otros, se lucha en función de cuán aburrido ha sido esta mecánica. Yo creo que nadie duda del aspecto visual ni incluso de la historia, pero todos estamos de acuerdo en que el juego como juego, es bastante normalito y, en función del peso que le otorgues a esto así saldrá la puntuación final. Es otro ejemplo clarísimo de que son los puntos menos brillantes los que ensucian un juego en vez de ser los puntos a favor los que lo ensalzan. Una pena.

Resumiendo Bioshock Infinite es un juego sobresaliente que muestra la madurez a la que han llegado los videojuegos y que todos deberían probar. Sin embargo es un ejemplo también de cómo el aspecto jugable debe estar ahí siempre si queremos montar un juego largo, que no vale con el aspecto técnico sin más. Es uno de esos juegos que disfrutarás, recordarás e incluso recomendarás dentro de algún tiempo, pero que sientes cómo su efecto se difumina a medida que pasan los meses, cómo sabes que dentro de unos años sólo te acordarás de él si alguien lo menciona pero que no lo tendrás presente.

Un gran juego, sin duda, pero que al final le pueden las expectativas. Es uno de esos juegos que de descubrirse sin recomendaciones, como esos libros escondidos que lees casi por casualidad y que te sorprenden, puede hacerse un huequecillo en el recuerdo pero que si no, si viene anunciado en todos lados, al final solo te hace decir….”pssssssssse”. Pero a mi me ha gustado, y con eso vale. Puntuación: 7.7

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