miércoles, 20 de mayo de 2015

Opinión - Lords Of The Fallen (PS4)

Hay veces en que se nos revuelve el estómago con la enésima iteración de lo mismo, el eterno refrito recurrente sin el más mínimo atisbo de novedad. Otras veces, sin embargo, la copia descarada y admitida abiertamente resulta en una experiencia tan genial que merece la pena, y mucho, echarle un buen tiento. Este es el caso del juego de hoy: Lords of the Fallen.


Es un Souls, así de simple. El mismo sistema de combate, misma barra de energía, misma mecánica al morir y recuperar las almas, mismo avance por el escenario. Todo exactamente igual pero diferente, con una seña de identidad bien clara pero a la vez con su hecho diferencial. Es difícil de explicar, pero en el matiz está la solución. Vamos por pasos.

A nivel gráfico no es tan oscuro como los souls ni tiene ese toque medieval. Recuerda más a un Darksiders, con personajes y armaduras más voluminosas y fantásticas. Aquí no hay ningún problema en mostrar armas desproporcionadas que se mueven sin problemas o enemigos gigantescos que desafían las leyes de la física. La paleta de colores es más clara además, con más vistosidad, sin llegar a dar miedo u ofrecer esos pasajes oscuros iluminados solo con la luz del personaje que te hacía ir despacio para no caer en un agujero. Es un conjunto más vistoso, más de cómic, que le sienta muy bien, aunque pierda esa atmósfera tan especial de los souls. Por otro lado la música y los efectos son más que correctos, aunque como siempre en estos casos, nada memorable.

Cualquiera que haya jugado a estos juegos sabe que la clave está en la jugabilidad y en especial en la dificultad. En Lords of the Fallen la jugabilidad se divide en tres tipos de personajes (división clásica) que te ofrecen tres básicas pero muy diferentes formas de jugar. Además se pueden combinar con magia, que les da aún más variedad. No es tan variado como los souls ni de lejos, pero permite darle ese toque personal; y funciona. Otro punto clave es el mapa. Aquí nos encontramos con un castillo bastante pequeño que va abriendo atajos a medida que avanzamos. Existen zonas muy diferenciadas y en general no está mal, aunque le falta ese punto de genialidad de los souls. En los souls llegabas a perderte, a sentirte solo y abandonado, y en mitad de la desesperación, de repente abrías una puerta y te encontrabas al principio de todo, con un atajo maravilloso que te daba la vida y te dejaba con la boca abierta, porque no sabías que estabas tan cerca. Aquí no. Aquí tienes zonas diferenciadas en donde casi nunca te pierdes. Son muy bonitas y diferenciadas, pero son más lineales y clásicas. No está nada mal, pero no es lo mismo.

El punto clave es sin duda la dificultad. Creo que es cierto eso que se dice sobre que el juego es más fácil, pero con matices. La dificultad de los Souls radicaba en varios puntos: primero el mundo era relativamente abierto, con lo que podías meterte en zonas avanzadas y morir irremediablemente. Aquí el camino es bastante lineal; segundo: el juego era tramposo, en el sentido del número de trampas por doquier puestas a mala leche que te comías sí o sí la primera vez. Aquí no hay tanta emboscada, no te caen piedras de repente, no se abre el suelo bajo tus pies, no hay cofres trampa; tercero: existen pequeñas ayudas, como los bordes en las murallas o las plataformas. En souls era frecuente caerte, y no era raro enfrentarte a un buen bicho en lo alto de una torre sin absolutamente nada que impidiera caerte mientras esquivabas. Aquí no, aquí es muy raro que te caigas, y eso, en mitad del combate, se nota.

Con estos tres matices la dificultad del juego es bastante parecida, basada en subir de nivel y equiparse mejor, y dominar tu estilo de combate. Los enemigos finales quizá un poco por debajo de los souls aunque tampoco mucho. Hay que recordar que nunca fueron gran cosa, sobre todo una vez avanzado el juego, y que bastantes los matabas a la primera. Eso sí, había un par que podían hacerte abandonar el juego. Aquí no te va a ocurrir, y es una lástima.

En definitiva estamos ante un juego que trata de envolver las mecánicas de un souls con una capa un poco más amistosa, pero no mucho más. Sin embargo logran darle ese puntillo especial que hace que te enganche y lo disfrutes casi tanto como un souls. Digo casi porque al no ser tan difícil no te cuelgas esa medalla al terminarlo, como sí hacemos los que nos hemos terminado el Demon’s Souls, aunque lo recomendamos igualmente. Creo además que es el juego perfecto para quien quiere empezar en este subgénero o que ha salido malparado de los souls y quiere entrenar para volver y sacarse la espina. No os engañéis: es un juegazo y lo disfrutaréis del principio al final, sacando logros y sopesando duramente si dar una segunda vuelta o coger al hermano mayor y machacar un souls. Yo opté por la segunda, pero por poco.

Un juegazo muy recomendable. Puntuación: 7

No hay comentarios:

Publicar un comentario