jueves, 24 de octubre de 2013

Sentido común ahora y siempre

No les era difícil sostener la casa con el sueldo de Don José y las ganancias no deslucidas de Cavallieri: la experiencia de Milagro y sus dotes de gobierno impusieron desde el primer día el sistema salvador de gastar menos de lo que ingresara, y por nada del mundo se alteraba este método, al que debían la tranquilidad, un comer apropiado a las necesidades, y una vida, en fin, decorosa, aunque humilde. Los chicos no iban rotos a la escuela, ni D. José a la oficina con facha indigna de su posición; para todo había, y aun se juntaba duro a duro el presupuesto de sastrería que había de dotar a Milagro de todas las prendas indispensables a un jefe político.


Montes de Oca, capítulo XI, Benito Pérez Galdós

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