jueves, 14 de noviembre de 2013

Filosofía pura

Después que tú te cases, yo, si fuera Dios, mandaría que no hubiera más casamientos, y aboliría los hombres, ¿qué te parece?... Pero ahora caigo en que no puede ser: los hombres son necesarios, porque ellos son el mal, y si no existiera el mal no habría libre albedrío, y sin libre albedrío no tendríamos virtud. Si el hombre nos faltara, no podríamos purificarnos abominando del amor, apeteciendo la soledad y la penitencia; creo yo que si el hombre no existiera amaríamos menos a Dios... Ya ves, ya ves, chico, qué sabia me estoy volviendo. Me admiro a mí misma, y a veces, de tanto como sé, me dan ganas de darme coscorrones en el cráneo, y de arrancarme un par de mechoncitos…


Los Ayacuchos, capítulo XIV, Benito Pérez Galdós

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