¡Ay, qué vergüenza! Pero, en fin... no puedo retirar lo escrito. No te descuides... Vosotros los sabios no servís para estas cosas. Por eso un tonto cualquiera os quita las novias. Y punto final. ¡Hadiós! con hache y todo para que no digas. Que lo pases muy mal; que te mueras muy pronto, y que te vayas a los infiernos, desea tu enemiga, que te aborrece de corazón, -Gracia.
La estafeta romántica, capítulo XVIII, Benito Pérez Galdós
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