viernes, 2 de agosto de 2013

Maldita juventud...

-Eso, usted lo verá... Mire, hijo, cuando el destino nos pone al pie de un árbol de buena sombra, cargado de fruto, y nos dice: «siéntate y come», es locura desobedecerle y lanzarse en busca de esos otros árboles fantásticos, estériles, que en vez de raíces tienen patas... y corren... Yo desobedecí a mi destino, y por aquella desobediencia no he tenido paz en mi larga vida. Créalo: donde no hay raíces, no hay paz. Ea, doblemos la hoja.
-Doblémosla. Un momento, D. Beltrán... ¿Y no volvió usted a ver a Napoleón?


Luchana, capítulo XII, Benito Pérez Galdós

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