martes, 27 de agosto de 2013

Tan simple y tan difícil

No había una sola mujer en el mundo que soportara su deseo. Mariano sólo quería vivir finalmente, físicamente, donde siempre quiso vivir en la voluntad y vivió siempre en el espíritu. En una ranchería. Con poco dinero, muchos libros y unos indios borrachos, silenciosos como él. Solo, porque no había una sola mujer en el mundo que eclipsara todo el espacio, salvo la recámara donde el espacio y la presencia coincidían. ¿Era ella Michelina? ¿Ella respetaría su soledad? ¿Ella lo liberaría para siempre de la ambición, la herencia, el deber social, la necesidad de mostrarse en público?
 
La frontera de cristal, Carlos Fuentes

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