miércoles, 21 de agosto de 2013

Saints Row The Third (PS3) -Análisis-

El género de los sandbox es absolutamente fascinante debido a la inmersión que puede llegar a lograr en su universo. Es por esta misma razón por la que cuesta bastante empezar uno nuevo, por esa pereza inexplicable que nos da cuando pensamos en todo el esfuerzo y horas que vamos a tener que echar hasta poder sentirnos a gusto y de ahí que las ofertas diferentes y frescas se agradezcan muchísimo en el género. Y de entre todas las alternativas no hay ninguna tan interesante como Saint’s Row.


Saint’s Row nos ofrece un guión alocado, unos personajes trastornados, un universo fetichista y gamberro y unas misiones divertidas e irreverentes; pero vamos por partes. La historia es una lucha por el poder entre bandas y la autoridad, enmarcada siempre en un sentido del humor absurdo y soez, bastante entretenido en su simpleza y sus chistes de caca-culo-pedo-pis. Se pueden elegir entre dos resoluciones en varias misiones así como dos finales alternativos, aunque realmente no cambia en casi nada la experiencia. Un historia sin más que te lleva sin perderte, sin demasiados problemas ni quebraderos de cabeza, pero que no da para mucho más (ni lo intenta). Los personajes son sin duda lo mejor del juego. Desde el protagonista, 100% configurable, hasta los miembros de la banda, enemigos o policías, derrochan una personalidad característica, un humor y una forma de ser que te anima a seguir jugando simplemente para ver qué nueva barbaridad se les ocurre. Perfectamente encajados y consecuentes con una ciudad que adora las bandas y el porno, las prostitutas y los fetiches; donde cada uno conduce como quiere y hace en definitiva lo que le viene en gana. Esto se refleja en misiones de destrucción total, de recogida de prostitutas, de secuestro de personajes y demás barbaridades que en circunstancias normales habrían de horrorizarnos pero que aquí, pues como que quedan bien. Y poco más.


La triste realidad de este juego es que su oferta, a pesar de ser radicalmente diferente a la de otros juegos, es extraordinariamente limitada en su desarrollo. No nos engañemos: es la eterna vuelta de tuerca a los chistes del caca-culo-pedo-pis yanki, muy del estilo de esas películas “de humor” americanas que tienen dos chistes (los del anuncio) y poco más. Un humor adolescente que arranca una carcajada en la primera hora, tres o cuatro sonrisas en las siguientes 5 horas y después ya ni te enteras. Y es una pena porque el juego lo intenta. Cada misión escala en intensidad y locura, cada personajes nuevo es más raro que el anterior, cada misión secundaria o cada comentario de la radio tras cada misión intenta continuamente hacernos sonreír pero chico, qué quieres que te diga, cansa. Y desgraciadamente demasiado pronto. Es por esto que aunque llegues a hacer 30 horas como yo, una vez terminada la historia principal, vistos ambos finales y terminadas casi todas las misiones secundarias, poco interés tengas por terminar de conseguirlo todo o incluso, líbrenos Dios, hacer una segunda partida. Un pena.


De los aspectos técnicos poco hay que decir. Gráficamente no destaca en nada salvo en su decoración explícita, mención especial a la personalización del protagonista, y poco más. La ciudad es inmensa pero no tiene alma, no tiene ambientes, no tiene nada que te haga pararte y mirar o explorar como sí hacías en Infamous y Sleeping Dogs. Te dedicas simplemente a conducir por las calles mirando el mapa y nada más. La música es magnífica pero por la oferta de canciones de la radio. Eso sí, no tiene el encanto de Hong Kong y esas emisoras de música más tradicional, así que tienes clásica, rock, reggetón, club, en fin, lo típico, que está muy bien pero es un pegote sin más. Y la jugabilidad pues regular. Las secciones de disparo son extrañas, con tiroteos cumplidores sin más, sin profundidad ni mecánicas complejas, que en cuanto logras compañeros a quien llamar o inmunidad, dejan de ser hasta entretenidas. El resto de movimiento por el mundo exactamente igual que cualquier otro.


En definitiva he de mostrar mi decepción con este juego a pesar de haberle metido 30 horas. Quizá era mi expectación por algo exageradamente fresco y diferente, por un humor absurdo y alocado, que se vio decepcionada ante un producto final que no está mal pero que tampoco está demasiado bien. Saint’s Row es uno de esos juegos de los que no te arrepientes pero que tampoco recomendarías. Y es que aún está demasiado cerca la experiencia de Sleeping Dogs, un juego que sí que deja marca y que merece mucho más la pena ser jugado para vivir un sandbox. Pero centrándonos en este juego hay que decir que Saint’s Row es una americanada gamberra, de ese gamberrismo soez, adolescente y simple que te hace gracia al principio y nunca más. No dudo que habrá gente que le haya gustado mucho, tiene cosas que a cierto público habrán encandilado, pero esta es mi opinión y qué queréis que os diga, me ha decepcionado. Y me jode, pero es lo que hay.


Puntuación: 4,5

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