lunes, 4 de marzo de 2013

cosas de la moral cristiana...

Tampoco he santificado las fiestas como está mandado... desidia, pura desidia y abandono. En el cuarto, ¿qué he de decir sino que jamás he faltado a él ni en pensamiento? Pues en lo de matar, si alguien perdió por mí la vida fue en leal acción de guerra y cuando el honor de mi bandera me lo mandaba así. No obstante, un pecado grave tengo en lo tocante a este mandamiento, y ese lo voy a confesar aquí con la boca y con el corazón, porque ha tiempo pesa sobre mi conciencia, y aunque estoy muy arrepentido, paréceme que jamás logro echar de mí la mancha y peso que me dejó. Hallándose preso y encadenado un vecino mío, padre de esta joven que me acompaña, pidió un vaso de agua y se lo negué.

El terror de 1824 XXVIII, Benito Pérez Galdós

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