viernes, 8 de marzo de 2013

Esencia de felicidad

Por su parte, Julien, desde su llegada al campo había vivido como un verdadero niño, correr tras las mariposas lo había hecho tan feliz como a sus discípulos. Después de tanto forzamiento y tanta maquinación, solo, lejos de las miradas de los hombres, y no temiendo, instintivamente, nada de la señora de Rênal, se entregaba al placer de existir, tan intenso a su edad, en las montañas más hermosas del mundo.


Rojo y negro, capítulo 8. Stendhal.

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