viernes, 17 de enero de 2014

Amor puro

Seguía conservando hacia Naranjo un amor despechado y obsesivo, en el que ni el recuerdo del placer o de la antigua complicidad intelectual tenían ya importancia: era la pura inercia del amor, su indestructible propensión a perdurar por encima de todo, por encima de la razón, de la conveniencia, incluso de los propios deseos de Blanca, quien después de la escena que había presenciado en el estudio de Madrid estaba segura de que ya no podría acostarse nunca con Naranjo.

En ausencia de Blanca, Capítulo 6. Antonio Muñoz Molina

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